De Roto a Renovado

Todo empezó hace más de 12 años.

Yo era un adolescente curioso, algo inseguro, y como muchos… decidí apuntarme al gimnasio. Pensaba que eso resolvería todos mis problemas. No fue así. Pero fue el inicio de algo mucho más grande.

Al principio, no tenía ni idea de lo que hacía. Me daban miedo las pesas. Pensaba que si entrenaba con fuerza me volvería enorme como Arnold o que dejaría de crecer. Seguro que a ti también te han contado eso alguna vez.

Pero lo que pasó fue totalmente inesperado:

Me enamoré.

Me enamoré de la sensación de mejorar, de superarme, de los retos…

Y sobre todo, me enamoré de ver cómo mi cuerpo cambiaba.

Yo, que nunca había sentido pasión por nada, ni en los estudios ni en el fútbol (aunque me encantaba jugar), de repente tenía algo que me hacía levantarme con ganas.

Un día de 2014 descubrí un vídeo de los CrossFit Games.

Vi a gente haciendo cosas increíbles: levantar grandes pesos, escalar cuerdas, hacer anillas y caminar haciendo el pino.

Y pensé:

“Yo quiero hacer eso. Cueste lo que cueste.”

Me empapé de todo lo que encontraba sobre CrossFit.

Ejercicios, entrenamientos, técnica… y empecé a practicarlo como podía.

Vivía en un pueblito al oeste de Irlanda (Westport), donde no había boxes ni gimnasios. Así que entrenaba en el patio del colegio. Cuando podía, iba al gimnasio.

Dos meses después llegó el primer susto:

Un dolor de espalda fuerte que no entendía.

Fui a un fisio, me puso unas tiras azules y en cuatro días ya estaba otra vez entrenando.

Pasaron los meses. Estuve en Marina D’Or (sí, la ciudad de vacaciones) donde tampoco había mucho para entrenar. Pero hacía lo que podía.

Hasta que por fin, en Alemania, entré en mi primer box: CrossFit Werk.

Tenía 18 años y me creía invencible.

Entrenaba todos los días, todas las clases, todas las horas.

Tanto, que los profes me decían que me iba a lesionar.

Yo pensaba: “Bah, tonterías”.

Hasta que…

Open 15.2. Segunda ronda, tercer squat clean.

CRACK en la lumbar. Segundo susto. Esta vez más serio.

Pero como buen cabezón, no aprendí.

Seguí igual.

Ese mismo año empecé la carrera de fisioterapia en Valencia.

Y también entrenaba en otro box, CrossFit FOC.

El ambiente era increíble. Era mi segunda casa.

Hasta que un día, haciendo sentadilla, noté un pinchazo en la lumbar alta.

Solté la barra, me senté… y a casa.

Tercer enganchón.

A partir de ahí, empezaron a llegar cada 6 meses.

Siempre cuando hacía sentadilla.

Mi talón de Aquiles.

Por más que trabajaba movilidad, calentaba, cuidaba la técnica…

Nada funcionaba.

El colmo fue un entrenamiento simple:

400 metros corriendo + 25 burpees. Repetir 5 veces.

Acabé ese entrenamiento sin poder mantenerme de pie.

Ahí dije:

“Hasta aquí. Si sigo así, no llego a los 40.”

Dejé el CrossFit. La carrera tampoco iba bien.

Decidí centrarme en los estudios.

Eso sí: nunca dejé de entrenar.

Empecé a aplicar en mí mismo lo que aprendía en la universidad.

Me gradué. Pero mi inicio como fisio fue…

frustrante.

Hice prácticas en una clínica de osteopatía, pero no encajaba.

Después hice mi primer curso serio: NKT con Simon Jones.

Y a partir de ahí, ya no podía ver el cuerpo ni los tratamientos de la misma forma.

Empecé a introducir ejercicio con mis pacientes, a aplicar lo que creía que funcionaba.

Pero claro… estaba empezando.

Y cuando estás empezando, fallas. Mucho.

Pero tenía claro que ese era el camino.

Solo necesitaba aprender más.

Y eso hice durante los siguientes 4 años.

Hoy sigo aprendiendo.

Sigo desarrollando mi sistema, porque creo que es la mejor forma de aportar valor real a mis pacientes y a la fisioterapia.

No quiero que nadie pase por lo que yo pasé.

Quedarse enganchado.

Tres días solo en casa sin poder moverse. Comiendo sopa porque no puedes ni cocinar.

No. Ese no es el camino.

Por eso hago lo que hago. Y por eso estoy aquí.

Hoy sigo en este camino no solo porque amo lo que hago, sino porque no quiero que nadie pase por lo que yo pasé.

Porque sé lo que se siente estar atrapado en un cuerpo que no responde, sentir que haces todo bien y aun así el dolor no se va.

Por eso decidí dedicar mi vida a esto: a entender el cuerpo, a entenderte.

A enseñarte a moverte mejor, a reconectar contigo mismo, y a vivir sin miedo a hacer lo que amas.

Si algo de lo que has leído resuena contigo, si tú también sientes que necesitas un cambio,

Quiero ayudarte.

No estás solo.

Este puede ser el primer paso hacia tu transformación.